¿Qué tienen en común Oscar Wild, Colin Farrell, la banda de rock U2 y la cerveza Guinness? No busque más: ¡todos nacieron en Irlanda! Un país con muchas facetas, con una riqueza cultural y tradicional insospechada, Irlanda también es llamada "la Isla Esmeralda" por su exuberante vegetación y sus paisajes contrastantes. Tierra de historia y leyenda, Irlanda es el lugar donde las culturas celta y moderna conviven en armonía. Sus lagos, sus acantilados salvajes, sus largas llanuras verdes, sus ciudades medievales y su gente acogedora lo convierten en un destino vacacional ideal para los amantes de la naturaleza y de la historia.
Comience su estancia visitando Dublín, la capital de la República de Irlanda. Una ciudad a escala humana y cálida, se puede visitar a pie o en bicicleta (¡pero cuidado con sus calles empedradas!). Dividida en dos partes por el río Liffey al norte, sus grandes calles comerciales como Talbot Street o Henry Street están repletas de tiendas y pubs típicos. También encontrará hermosos parques y el Museo del Whisky en Grafton Street. En la orilla sur, tendrá una cita con la histórica Dublín: aquí, hermosas residencias georgianas se encuentran junto a magníficos museos como el Museo Nacional, pero también la universidad de la ciudad y los restos de la Dublín medieval. No se pierda la Iglesia de Cristo: esta catedral construida por los vikingos es uno de los monumentos más visitados de la capital irlandesa. Además de su arquitectura anglonormanda, le seducirá con sus espléndidos vitrales, su nave, su cripta y su bonito puente de piedra que une los dos lados de la calle. Unos metros más adelante, después de cruzar el parque de San Patricio, se llega al pie de la famosa catedral de San Patricio. Construido en 1191 en el lugar donde San Patricio bautizó a los convertidos al cristianismo, es uno de los monumentos históricos más importantes de Dublín. No se pierda el Trinity College, la universidad más antigua de Irlanda, famosa por su arquitectura y su hermosa biblioteca, pero también la prisión de Kilmainham o el moderno distrito de Temple Bar, famoso por sus galerías, cafés, bares y su animada vida nocturna.
Pasea por las bonitas calles adoquinadas de Dublín y entra en uno de sus 1000 pubs: una verdadera institución irlandesa, donde la gente canta, baila, juega a los dardos y come generosamente. Sopas, pescados y carnes a la brasa, cerveza o whisky que fluyen en los arroyos: hay algo para todos, raramente con moderación.
Diríjase a Belfast y luego a Galway, una ciudad artística desde la que puede llegar fácilmente a la región de Connemara. Impresionante y famoso por sus magníficos paisajes salpicados de lagos de aguas profundas, Connemara es un paraíso para los amantes de la equitación que pueden descubrir la región a caballo fuera de los caminos trillados.
Visite el Castillo de Kylemore: un tesoro de arquitectura gótica construido en el siglo XIX a orillas de un lago en medio de las montañas, usted caerá bajo el hechizo de su encantador panorama, como un plató de cine. El país cuenta con más de 3.000 castillos, entre ellos 4 especialmente emblemáticos: el castillo de Cahir, el castillo de Bunratty, el castillo de Kilkenny y el castillo de Ashford.
En el norte del país, hay un lugar mágico y sorprendente: la Calzada de los Gigantes. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esta curiosidad natural compuesta de rocas geométricas que se adentran en el mar constituye un panorama único en el mundo: una visita obligada.
Al sur, tome el Anillo de Kerry, una de las carreteras más bonitas de Irlanda. A lo largo de 180 kilómetros, caminará a través de los tonos azules y verdes de las llanuras irlandesas, entre los acantilados, las montañas y las escarpadas colinas rocosas que miran hacia el océano.
Por último, ¿cómo podemos evocar a Irlanda y sus suntuosos paisajes, por no hablar de los Acantilados de Moher? En el oeste del país, estos picos salvajes de 214 metros de altura se extienden a lo largo de casi 8 kilómetros a lo largo de la costa atlántica. Es mejor ir temprano por la mañana o tarde por la noche, equipado con su cámara para ver el amanecer o la puesta del sol, porque la luz le da a este lugar un carácter singular e inolvidable: ¡esta excursión será sin duda su mejor recuerdo de Irlanda!