Estación balnearia de renombre, enclavada entre el mar y la montaña, los prados y los ríos, Deshaies es, puede decirse, una visita obligada para quien desee visitar Guadalupe. Orgullosa de tener en su territorio la mayor playa de toda Guadalupe, la ciudad es un pequeño paraíso para las vacaciones familiares bajo el sol del Caribe.
Una verdadera maravilla para los ojos, Deshaies es, definitivamente, el lugar perfecto para dejar las maletas para unas vacaciones en las que descubrir los esplendores de Guadalupe. No en vano, muchas personalidades famosas como Laurent Bonnet, Robert Charlebois o Coluche se han alojado aquí algún día. En la costa oeste de la isla de Basse-Terre, Deshaies es la auténtica Guadalupe, con su aspecto de postal, sus viejos barcos de pesca de colores, sus viviendas a orillas del mar, su densa vegetación y sus playas de ensueño. Aquí, las casas criollas y la pequeña iglesia blanca con un pequeño tejado rojo te sumergen en poco tiempo en el ambiente del pueblo. Además, tómese el tiempo de pasear por su pequeño puerto pesquero, donde podrá almorzar con una impresionante vista del mar. Con un territorio de 32 kilómetros cuadrados, que culmina a 758 metros de altitud, el municipio ofrece a sus visitantes numerosas rutas de senderismo y un sinfín de ideas para las visitas. Además, si hay que visitarlo, es el Jardín Botánico de Deshaies. Con sus plantaciones de deliciosas esencias, este vasto parque de 7 hectáreas le llevará a descubrir magníficas variedades de flores y plantas isleñas, cada una más fragante y colorida que la otra. Hibiscos, orquídeas, rosa de porcelana, jengibre rojo y otras buganvillas cubiertas de pájaros exóticos deleitarán todos sus sentidos.
Después de haberse tomado el tiempo de visitar la ciudad y de subir a la ladera del Morne Mazeau, o de ir al mirador de Gadet florecido de laureles, le aconsejamos que coja unas buenas zapatillas de deporte y que tome el sendero costero para admirar todas las playas de Deshaies. Las playas de La Perle, cerca de Pointe Rifflet, Petite Anse o Fort-Royal merecen el desvío, pero si tuviera que elegir sólo una, una y sólo una, sería sin duda Grande Anse. Extendida a lo largo de más de 2 kilómetros, la de arena dorada que hace palidecer a sus vecinas es un auténtico rincón del paraíso. Rodeada de palmeras, cocoteros y uvas, es perfecta para holgazanear al sol, tomar el sol y leer tranquilamente, pero también hará las delicias de los aficionados a los deportes acuáticos. Además de nadar en las malditas aguas turquesas, los navegantes son numerosos, así como los amantes de las regatas, la vela, los botes de remos, los cruceros por la costa o incluso el buceo. Tantas actividades que, sin duda, perfeccionarán su estancia en Guadalupe.